El aula flexible
La arquitectura de la mayor parte de las aulas actuales es un fiel reflejo de un modelo en el que el profesor es la fuente de todo conocimiento y los alumnos son meros recipientes que deben ser llenados:
- En la cabecera de la clase está la mesa del profesor. Suele ser una mesa de gran tamaño, con varios cajones y, en ocasiones, con un armario al lado más accesible al profesor que al alumnado. Hasta los años ochenta no era raro que dicha mesa estuviese colocada sobre una gran tarima de madera que la elevaba por encima de las mesas de los alumnos. En algunas aulas de forma hemicíclica la mesa del profesor está situada en el centro, como el escenario en un teatro.
- La pizarra siempre está junto a la mesa del profesor o detrás del profesor. Parece como si la pizarra fuese propiedad del profesor. Me resulta incómodo, por cierto, el tener que dar la espalda a mis alumnos mientras escribo en la pizarra.
- El alumnado se sienta en mesas orientadas siempre hacia el profesor. Cada alumno puede interactuar solamente con otro alumno que tenga a su izquierda o a su derecha: los demás están demasiado alejados (porque les separa un pasillo formado entre las filas de mesas), solo ve sus espaldas (porque están delante suyo) o no los puede ver (porque los tiene detrás).
Este diseño se flexibilizó un poco al sustituir los pesados pupitres de varios asientos por ligeras mesas individuales fáciles de mover. Irónicamente la informatización de las aulas devolvió la rigidez al sustituir las mesas individuales por grandes mesas clavadas al suelo y conectadas a una inamovible red de cables.
En mi caso hizo falta...
• que me pusieran un ordenador encima de la mesa del profesor, conectado a un proyector y a una pizarra digital interactiva...
• que la pizarra digital no fuese tan interactiva como debiera...
• que la alternativa a la pizarra digital fuese una incómoda pizarra blanca...
• que la alternativa a la pizarra blanca fuese un webcam encima de un cuaderno...
...para que me sentase tras la mesa del profesor. En general depende de la materia, de los recursos y hasta del alumnado, pero algunos años la mesa del profesor era el lugar donde dejaba mis cosas mientras deambulaba por el aula. En cierta ocasión uno de mis alumnos se dió cuenta de que no me sentía bien porque me había sentado (“y tu nunca te sientas”, me dijo).
Pero si lo normal es que deambule por el aula ¿Por qué es tan importante que el mobiliario obligue al alumnado a mirar hacia una mesa vacía a costa de no poder ver a sus compañeros? Semejante disposición no favorece ni la interacción alumno-docente (dado que el docente a menudo no está en su mesa) ni tampoco la interacción alumno-alumno (ya que apenas pueden verse).
Por si fuera poco este diseño de “aula autobús” suele llevar aparejada una estratificación del alumnado: los más implicados en el proceso de enseñanza-aprendizaje suelen ser los de las primeras filas, mientras que los menos implicados suelen estar en las filas del fondo. He tenido grupos donde se veía claramente que, a medida que avanzaba hacia el fondo del aula, las calificaciones eran cada vez peores. Puede discutirse si, en cada caso, el nivel de implicación es debido a la cercanía a la mesa del profesor o si, por el contrario, la cercanía a la mesa del profesor es una consecuencia de la implicación de cada alumno. Probablemente sean ambas cosas, formándose un círculo vicioso que se retroalimenta aumentando las diferencias entre unos alumnos y otros.
Una alternativa a tener en cuenta sería el uso de mesas que pudiesen formar grupos de cuatro a seis personas, y que dichos grupos estuviesen repartidos por el aula a una distancia más o menos equidistante de la mesa donde suela instalarse el docente. Sería interesante, además, que en cada uno de los grupos de mesas del alumnado hubiese siempre una plaza libre donde pudiera sentarse el docente ocasionalmente.
En el CEPA Miajadas tenemos algunas mesas con formas curvas que pueden moverse fácilmente por el aula (tienen ruedas en sus patas) y encajarse unas con otras para formar grupos tan grandes como se quiera.
La mesa donde el docente instale sus materiales, ordenador incluido, no tiene por qué ser necesariamente distinta a las de los alumnos: solo debe estar lo más equidistante posible a todos ellos, sin estratificación. Lo más sencillo sería situarla en el centro del aula, no en uno de sus extremos.
Respecto al cableado la solución es sencilla: la conexión a Internet podría realizarse mediante wifi, y el uso de dispositivos portátiles por parte del alumnado (netbooks, tablets, smartphones) haría innecesaria su conexión permanente a la red eléctrica. Actualmente ya hay muchas aulas de secundaria equipadas con portátiles que se cargan en los mismos armarios en los que se guardan.