No hay nativos digitales: hay padres analógicos

A menudo se dice que las nuevas generaciones son “nativos digitales” y que, como tales, tienen una habilidad innata con los ordenadores. Esta afirmación no es más que una leyenda basada en comentarios de personas que, habiendo crecido y madurado antes de la popularización de los ordenadores, se sorprenden de que los niños y jóvenes actuales tengan unos conocimientos elementales de informática.

Pero la triste realidad es que nadie nace sabiendo como utilizar ninguna tecnología. La aparente facilidad de las nuevas generaciones en el manejo de dispositivos informáticos y electrónicos en general se limita, en muchos casos, a un uso superficial de los productos de consumo masivo. Es raro hoy en día encontrar un joven que desconozca el uso de WhatsApp pero no lo es, por ejemplo, encontrar uno que desconozca el uso del correo electrónico.

Las nuevas generaciones tampoco son conscientes de su bajo nivel tecnológico. Sus principales referentes, sus padres y sus profesores, a menudo carecen de unos conocimientos de informática siquiera comparables a los de los jóvenes: esto les hace sobrevalorar sus conocimientos y generalizar la suposición de que los “mayores” son torpes con la informática.

Este efecto Dunning-Krugger es la causa de que el uso de aplicaciones informáticas en el aula pueda ser más difícil de lo que parece: con mucha frecuencia el alumnado creerá, antes de empezar, que pueden dominar la tecnología con mayor facilidad que el profesor y, al mismo tiempo, el profesor puede creer que los presuntos “nativos digitales” tienen sobrada capacidad para el manejo de ordenadores. La experiencia, sin embargo, me ha demostrado que los alumnos no están tan capacitados como ellos creen.

La brecha analógica

Un grave problema de la digitalización de las nuevas generaciones es la pérdida de ciertas habilidades que antes se consideraban imprescindibles en la búsqueda y organización de la información. El uso del orden alfabético, por ejemplo, no es necesario de webs y documentos digitales que puedan ser abiertos con un software que permita la realización de búsquedas.

En ocasiones he observado, entre divertido y preocupado, el desconcierto de algunos alumnos al enfrentarse por primera vez a una búsqueda en una enciclopedia impresa en papel. Ciertamente hemos llegado a un punto en el que resulta más cómodo y eficiente teclear una palabra en Google que buscarla en la Enciclopedia Larousse, pero todavía hay mucha información que no está disponible en la red sino solamente en papel: y en una biblioteca de papel los padres analógicos superan por goleada a sus hijos digitales.

La brechas digitales geográfica y económica

Uno de los factores que marcan el nivel de informatización es el lugar donde uno vive
habitualmente. Las zonas urbanas disfrutan de un mejor acceso a Internet, más tiendas de informática, una mayor oferta formativa e, incluso, de la presencia de asociaciones que de una u otra forma fomentan el uso de las redes. El resultado es que el alumnado de las zonas urbanas está más habituado que el de las rurales al uso de herramientas informáticas.

Otro factor de peso es el nivel económico: no solo el de un alumno en particular sino, también, el de su entorno. La capacidad de consumo influye en la equipación que alguien pueda permitirse y, a través de ella, en las capacidades que desarrolle en su vida cotidiana. Dentro de una misma ciudad puede haber muchas diferencias entre el alumnado en función del nivel económico del barrio en que vivan.




Last modified: Wednesday, 5 June 2024, 7:43 PM